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¿Un científico nace o se hace?

Ciencia y Tecnología

¿Un científico nace o se hace?

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Para que México pueda transitar hacia una sociedad y economía basadas en el conocimiento es necesario que cuente con más personas que se dediquen a la investigación, el desarrollo y la innovación.

Actualmente en el país solamente hay un investigador por cada mil personas de la Población Económicamente Activa (PEA), mientras que en naciones como Finlandia o Corea del Sur hay 16 y 12 científicos, respectivamente, de acuerdo con datos del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) reportados en la aplicación CTIndicadores.

Pero ¿cómo “producir” más científicos y tecnólogos? ¿La vocación, talento, disciplina y pasión que requiere una persona para hacer investigación, desarrollo o innovación la trae de nacimiento o la adquiere durante su formación académica?

Talento nato

Se estima que en México existen aproximadamente 1 millón de niños y adolescentes superdotados, es decir, con un coeficiente intelectual superior a 130 puntos, de acuerdo con datos del Centro de Atención al Talento (Cedat).

rocio labastida web01En opinión de Rocío Labastida Gómez de la Torre, directora general del Centro de Ciencias de Sinaloa, existe un componente genético para que las personas puedan desarrollar cierto nivel de creatividad y trabajo.

No obstante, “tener las capacidades intelectuales de nacimiento de nada sirve si no se les detecta a tiempo y se les da las oportunidades para desarrollar ese talento nato”, manifestó.

De acuerdo con el estudio Perfil del Niño Sobredotado en México, realizado por el Cedat, la mayoría de los menores con coeficiente intelectual alto se pierden a lo largo de su formación académica, ya que el 93 por ciento de estos son confundidos y mal diagnosticados con el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH).

“Los alumnos sobresalientes se van perdiendo antes de que llegan a la universidad, la fuga de cerebros no se da en la universidad, se da desde la primaria, porque estos niños muchas veces no llegan ni a la licenciatura”, lamentó Labastida Gómez de la Torre.

Por tal motivo, deben existir programas que ayuden a los padres y maestros a detectar a tiempo a los jóvenes talento, guiarlos y apoyarlos, ya que muchas veces estos niños genio son incomprendidos y maltratados por la sociedad.

“Los niños sobresalientes son muy atacados por sus compañeros y muchas veces la reacción de estos pequeños es mimetizarse con su grupo, es decir, se hacen los ‘normales’ para que puedan pasar desapercibidos, mientras que otros prefieren aislarse”, señaló.

En cambio, cuando estos niños sobresalientes son atendidos de manera especial y se les pone en contacto con otros pequeños iguales a ellos, se motivan, es como encontrarse con sus pares, desarrollan mucho su talento y trabajo en equipo, subrayó.

“Hay que crearles albercas para que los niños sepan si pueden nadar o no, es decir, hay que crearles oportunidades donde ellos experimenten la ciencia, convivan con científicos y puedan desarrollar su talento”, expresó.

Cultivar el talento

Además de procurar a estos niños y jóvenes con cualidades superiores, es de gran importancia despertar también la vocación científica en menores con un coeficiente intelectual normal, toda ves que los niños superdotados representan solamente el tres por ciento de la población mexicana de entre tres y 14 años, y más del 90 por ciento se pierde en su formación académica, de acuerdo con el estudio del Cedat anteriormente citado.

francisco javier delgado cepedaweb01Francisco Javier Delgado Cepeda, profesor del Departamento de Física y Matemáticas del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM), destacó que el talento, la pasión y la disciplina son elementos necesarios para ser un gran científico: “Al igual que otras profesiones, el científico es 10 por ciento inspiración y 90 por ciento trabajo”.

Hay niños o jóvenes que quizás no nacen con capacidades superiores a la media, pero algo detona su amor por alguna disciplina científica y eso los incita a dedicarse a la investigación, señaló el miembro nivel I del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) del Conacyt.

Por ejemplo, al doctor José Mauricio López Romero, quien el año pasado fue distinguido con el Premio Nacional de Ciencias y Artes en la categoría Tecnología, Innovación y Diseño, su amor por la ciencia lo detonó una visita a un museo cuando tenía 11 años de edad, según relató.

“Mi primer encuentro con la ciencia y la tecnología se dio durante una visita escolar al Museo Tecnológico de la Comisión Federal de Electricidad (Mutec) cuando cursaba el sexto año de primaria. Lo que vi y experimenté en ese museo me transportó a ‘otro mundo’, el cual después decidí escudriñar”, dijo.

Expresó además que los experimentos chispeantes, la generación y almacenamiento de la energía lo flecharon: “Fue un amor a primera vista. Desde ese instante, la ciencia fue para mí el camino que me acercaba al borde del conocimiento, en donde podía contemplar el universo y entender cómo es que este funciona”.

Impulsar la vocación científica

Para despertar la vocación científica y cultivar el talento de los niños y jóvenes mexicanos, lo que actualmente hace el Conacyt a través del Programa Jóvenes Talentos es promover diversos jovenes reportaje cientificos verenise sanchezesfuerzos en todo el país, como Robótica en tu Escuela, Aldea Científica, Clubes de Ciencia, Activando el Nervio Óptico y Cohetes Educativos.

Asimismo, apoya diversos esfuerzos de comunicación pública de la ciencia como museos interactivos y planetarios digitales, con el fin de acercar la ciencia, la tecnología y la innovación a toda la población.

Ya que si al final de cuentas, un científico o tecnólogo se desarrolla conforme avanza su formación académica, se le da oportunidades y un entorno propicio para pulir su talento, quizá lo más importante es generarle una experiencia positiva que lo marque de por vida y lo motive a estudiar una disciplina científica.

Pues una vez que el niño o joven se “enamore” de la ciencia, él mismo pondrá la pasión, la disciplina y el trabajo para que, aunado al talento, se forme un gran científico o tecnólogo que contribuya a impulsar una sociedad y economía basadas en el conocimiento.

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